jueves, 7 de noviembre de 2013

Ser hija de un zoquete y comprenderlo

Hoy por suerte, o más bien desgracia, he tenido que ser durante dos largas horas profesora de un zoquete. Lo más peculiar de esto es que este zoquete era mi padre. ¡Sí, mi padre! Ese que no iba a la escuela porque decía que se aburría y que prefería estar con sus amigos, y ahora me repite día  tras día que estudie para encontrar un buen trabajo, ¡sí el mismo!.
Bueno, pues resulta que he llegado a casa a las 4 de la tarde desde las 7 de la mañana que he salido de casa, estaba cansadísima y tenía que comer, pero mi padre no me ha dejado comer tranquila. Primero ha empezado con un tono suave a pedirme que si le podía ayudar a hacer porcentajes. Yo cansada de todo el día le he ayudado sin muchas ganas (todo hay que decirlo), y le he explicado el procedimiento que tenía que hacer 3 veces con ejemplos para que le quedara claro.
Cuando he acabado con la explicación me ha dicho: Vale.
A lo que yo le he respondido: Pero haz un ejemplo para que lo puedas memorizar para la próxima.
Cuando se ha puesto hacerlo ha sido un desastre, no sabía ni a qué tenía que darle. Cuando he visto que no sabía ni como empezar, me he cabreado un poquito, porque he pensado: Seguro que no me estaba escuchando cuando se lo he explicado.
A pesar de eso, he sido paciente y se lo he vuelto a explicar claramente, y haciéndole preguntas, para cerciorarme de que realmente me estaba escuchando. Y efectivamente, me estaba escuchando.
Cuando le he dicho que hiciera otro ejemplo por sí solo, me ha vuelto a demostrar que tampoco sabía. Y mi paciencia cada vez se estaba agotando más.
Justo en este momento me ha venido a la cabeza el libro "Mal de escuela" y he pensado: ¿Mi padre no será uno de esos zoquetes que aparece en el libro?
En ese momento, mi padre ya desesperado porque no lo sabía hacer, a dicho en voz alta: ¡Que cazurro soy! Y aquí he comprendido que mi padre estaba sintiendo todo aquello que tan bien describía el libro de Pennac. Entonces he dicho: tengo que hacer algo. Y lo único que se me ha ocurrido ha sido escribir cada paso que tenía que hacer mi padre para sacar el resultado, y le he dicho: Ahora solo sigue estos pasos y ya veras como lo haces tú mismo. Y así ha sacado el resultado (Su cara era un poema). Y le he recomendado que siguiera esos pasos unas cuantas veces al día, que ya vería como al final lo acababa comprendiendo por sí solo.

A sido una casualidad que me pasara una cosa así justo después de leer el libro "Mal de escuela". Y gracias a este libro he sabido como se sentía ese mal alumno, y lo he intentado ayudar, en vez de perder los nervios como de costumbre.

14 comentarios:

  1. Emocionante, de veras... NO se puede añadir mucho más. Que suerte tiene tu padre y qué suerte tendrán tus alumnos de que hayas leído, asimilado y utilizado un libro como MdE!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que el libro te ayuda a ser una persona empática, ya que hace que te pongas en el lugar del zoquete, y así lo comprendas mejor.

      Eliminar
  2. Gracias por compartir esta vivencia con nosotros Brenda, es graciosa y desesperante a la vez que vas leyéndola. Una muestra más de lo que debemos hacer en un futuro si llegamos a tener alumnos y no dejar que esa paciencia como bien nombras nos gane el pulso jaja.. enhorabuena :D

    ResponderEliminar
  3. Una anécdota muy interesante y divertida la verdad. Me ha gustado cómo has recurrido al libro Mal de Escuela y has sabido qué hacer para ayudar a ese "zoquete", en este caso tu padre; en vez de perder los nervios has sabido mantener la paciencia y saber cómo ayudarle. Un saludo Brenda.

    ResponderEliminar
  4. Coincido con las opiniones que se han generado. Ha sido una anécdota interesante y que al mismo tiempo has hecho que reviviera momentos similares que experimento cuando doy clases como profesor particular. Me alegra leer esta entrada porque justo después de leerme el libro, cuando estaba ante "zoquetes", me venía a la cabeza el cómo se sentían por las descripciones que hacía Pennac en su libro.
    Buena e interesante entrada, un saludo!

    ResponderEliminar
  5. ¡Que anécdota más buena Brenda! desde luego se trata de una casualidad muy oportuna el que te haya ocurrido esta situación justo después de leer mal de escuela, y lo mejor de todo, que hayas aprendido con el libro como reaccionar ante ese tipo de situaciones ya que la esperanza siempre es lo último que se pierde ¡y tu padre terminará sabiendo hacer porcentajes!

    ResponderEliminar
  6. Es impresionante Brenda, te felicito por esa reacción pues no todo el mundo es capaz de pararse a pensar en cómo ayudar a alguien que parece estar tan perdido que cualquiera daría ya por imposible, pero tu no lo hiciste en ese momento y gracias a eso comprendió el sistema para hacer porcentajes, que crack!!

    Felicitarte de paso por tu Bolg, es impresionante el tiempo que le dedicas y la de curiosidades y entradas que ya has realizado. ENHORABUENA! Sin duda uno de los blogs más completos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias Javi, es un orgullo ver que os interesan las entradas. Espero seguir igual :)

      Eliminar
  7. Muy bueno Brenda.
    De verdad, muy realista y sobre todo común, a todo el mundo le llega el momento de enseñar algo a alguien que de por sí solo no puede aprender y que le cuesta. A mi padre le estoy enseñando a utilizar el whatsapp...un tormento. Pero pocos han llegado a relacionar esto con el libro (me incluyo con los que no lo han relacionado). Realmente muy acertado Brenda, lo usaré con él.
    Por cierto, si tienes tiempo échale un vistazo a mi blog. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Samuel, me alegro de que te hayas identificado conmigo :D

      Eliminar